PENA (RELATO)

Antes de nada:

1)Es un relato (no es autobiográfico) así que no preocuparos por mí, aunque en todo lo que escribo hay algo de mí por algo lo hago en primera persona.

2)Sigo estando tan chalado como siempre, pero de vez en cuando me gusta bucear en las emociones y se me va la pinza.

3)¿Por qué el relato es tan triste? ¡y yo qué sé! así surgió. Bueno no debería haber dicho que es triste xdd. Pero pr favor ¡NO ME TIRÉIS DEL CUELLO! ¡JODER! ME APETECÍA ESCRIBIRLO, no siempre voy a estar diciendo gilipolleces, para eso ya tengo otros blogs, no sé se supone que tengo que dar de vez en cuando una imagen un poco más profunda (ains! que me gusta este adjetivo, me recuerda a.....).

4)Por favor! si me queréis y llegáis hasta el final escuchad después de este video la canción "Sola" de Diana Navarro, que no he podido agregar el vídeo ¡soy un desastre!, era la guinda del pastel.

5)No se admite ¡qué bonito! ó ¡vaya drama! como comment.

6)No viene mucho a cuento pero echo de menos a muchos de vosotros. ¡Actualizad perracos! xdd.

7)Dedico este post a todos los que al igual que María Jiménez canta escribimos "desde el coño"(medallita para mí!).

PENA

La casa me pesa, sus muros se me caen encima, no puedo respirar,necesito salir, huir,irme de este puto lugar donde los recuerdos me apuñalan. Cierro la puerta, camino sin rumbo fijo, recorro como un autómata las calles. Me meto en un bar, me siento en la barra y comienzo a beber una cerveza tras otra. Observo a la gente que me rodea; la artificialidad de la noche, el gran teatro de las emociones que me distrae pero que no mitiga el dolor que me destroza por dentro.

La música, los gritos de la gente intentado comunicarse, el bullicio, la sed de emociones de los noctámbulos que buscan exprimir la noche bebiéndose sus últimas gotas no me sirven para evadirme, sino que acrecientan la sensación de soledad, de desamparo, soy sólo un punto en el bar, en el que nadie repara, que nadie sabe qué hace ahí pero que a nadie le importa.

No me relaciono, no busco conversaciones vacuas, consumo un cigarro tras otro, una cerveza tras otra y a medida que lo hago noto como mi cabeza se embota y me impide pensar con claridad; un dolor agudo me oprime el pecho impidiéndome respirar;las heridas no cicatrizan siguen royéndome el alma.

Cuanto más borracho estoy más le echo de menos, más consciente soy de que le he perdido.

A medida que bebo un trago tras otro una necesidad desesperada me atormenta, me engulle como un embudo y me anula impidiéndome pensar en otra cosa.

Y de esa necesidad surge una voz que me suplica desesperada que dé un paso, que me acerque, que aún estoy a tiempo pero aunque la escuche, aunque su eco resuene en mis oídos de forma incesante no puedo hacerle comprender que el miedo, el orgullo, los recelos me lo impiden. Y ante mi incapacidad, ante mi total pasividad esa voz al principio suplicante y débil se vuelve aguda, vengativa, estridente, se ríe de mí, me dice que estaré amargado toda mi vida porque no soy más que un puto orgulloso de mierda insatisfecho y en mi mente se amplifica su sonido hasta casi hacerla explotar; risa de hiena, cruel, irónica y vengativa.

No me quedan fuerzas ni para abandonar este bar, me siento solo, desprotegido, susurro su nombre una y otra vez mientras lloro con la cabeza agachada para que nadie me vea, y en mi cobardía le suplico que venga, que me abrace, que me diga al oído que no lo he perdido, que sigue cerca, que no tenga miedo porque siempre ha estado allí, que no lo perderé nunca.

Necesito verle, tenerle, sentirle cerca pero media un abismo entre nosotros. Cada vez que me lo encuentro, y me mira con ojos tristes le correspondo con una mirada arrogante alimentada por el orgullo, en la que le echo la culpa de todo y le desprecio, le rebajo y me sitúo por encima de él. Noto la decepción, el daño que le hago pero no me ablando. Sus ojos que brillan y están a punto de llorar me suplican pero mantengo el dominio sobre mí mismo y sigo mirándole con ojos inquisitivos, acusadores, altivos. Me doy la vuelta y cuento los segundos que me quedan para que nadie pueda verme y llorar, limpiar mi bajeza con lágrimas, y huir de mí mismo, de mis sentimientos, de mi soledad utilizando la noche para autodestruirme, para emborracharme y decirle con cada trago que le quiero, que me importa, que siento el daño que le he hecho, que me dejé llevar por el orgullo y no lo escuché, que fui un gilipollas, que no me deje, que sin él estoy muy solo, que no soy nadie, que me abrace, que me coja fuerte por la cintura, que me deje olerle, que me deje besarle, que me coja de la mano para no soltarme nunca.

Con cada trago le pido perdón y espero lo imposible.

Sigo en la barra solo, triste, sin esperanza, diciéndole en silencio que le quiero.